trama

Hace veinte años, Emil quiso matar a Sacha, tuvo un plan, decidió cómo lo haría, no anduvo lejos… Pero no pasó, y Sacha ni siquiera supo que había estado cerca de morir.

Poco a poco, Emil fue desfigurando su recuerdo de aquellos días, enterrando los detalles, deformándolo todo hasta acabar no sabiendo distinguir si en realidad quiso hacerlo. Y con el tiempo quedó ya solo el remordimiento por haber podido pretenderlo.

Años después, Emil y Sacha comenzaron a frecuentarse, se trataron a menudo, hubo cercanía, pero el recuerdo de aquellos días siguió sepultado, no se movió, no fue ya un problema para Emil.

Hoy, Sacha es un septuagenario moribundo que, confinado en su cama, conversa a diario con Emil. Éste siente ahora un cariño tibio y terminal por él, una piedad alimentada por ese remordimiento por lo que una vez quiso hacer.

Y Sacha lanza a Emil una petición: matar a alguien. Las razones con las que le empuja a hacerlo no son muy diferentes de las que Emil tuvo una vez… Una simetría: Sacha quiere hoy para otro lo que Emil quiso una vez para él…